Delfina Acosta
De alguna forma el ciervo moteado
escribe la poesía que yo ansío
al descansar su lomo sobre el pasto,
o herido de belleza y de relámpagos
al refugiarse dentro de mi sueño.
Ay de vosotros que os llamáis poetas
y en vuestros versos vais juntando vómito.
Yo ya no escribo. El agua que gotea
de las frondosas copas de los pinos
es mi mejor poema y esta tarde
en que recuerdo el río de mi pueblo.
Un niño nace y ya la leche tibia
de un seno sin cubrir le saca el hambre.
Y así saciada observo las costillas
del viento que sacude el campanario.
Y gracias doy. Y mi alegría es verso.
De alguna forma el ciervo moteado
escribe la poesía que yo ansío
al descansar su lomo sobre el pasto,
o herido de belleza y de relámpagos
al refugiarse dentro de mi sueño.
Ay de vosotros que os llamáis poetas
y en vuestros versos vais juntando vómito.
Yo ya no escribo. El agua que gotea
de las frondosas copas de los pinos
es mi mejor poema y esta tarde
en que recuerdo el río de mi pueblo.
Un niño nace y ya la leche tibia
de un seno sin cubrir le saca el hambre.
Y así saciada observo las costillas
del viento que sacude el campanario.
Y gracias doy. Y mi alegría es verso.
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