Delfina Acosta
Un águila en mis sueños me visita
y cierta monja anciana de semblante
tristón y distraído. Yo no sueño
con mariposas blancas ni unas gotas
cayendo de las flores o las llamas
de un cielo atardecido. Mis costumbres
severas me conducen día a día
a ir tras unos pasos que son míos,
por cierto, y son mis pasos un camino
andado para abrir alguna puerta.
La noche suele hallarme contemplando
el rostro de una estrella y me pregunto
qué cosas misteriosas sabe ella
pues eso de quedarse tan callada
es la primera incógnita del cielo.
Pero mi Dios me habla y dice: ¡Existo!
Un águila en mis sueños me visita
y cierta monja anciana de semblante
tristón y distraído. Yo no sueño
con mariposas blancas ni unas gotas
cayendo de las flores o las llamas
de un cielo atardecido. Mis costumbres
severas me conducen día a día
a ir tras unos pasos que son míos,
por cierto, y son mis pasos un camino
andado para abrir alguna puerta.
La noche suele hallarme contemplando
el rostro de una estrella y me pregunto
qué cosas misteriosas sabe ella
pues eso de quedarse tan callada
es la primera incógnita del cielo.
Pero mi Dios me habla y dice: ¡Existo!
1 comentario:
Sí Delfina, Dios existe! no cabe duda, gracias por tan bello poema y también la imagen es muy interesante,felicitaciones:Susana Rodrigues Tuegols
mi blog:
www.pincelsuhr.blogspot.com
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